sábado, 30 de mayo de 2009

Savants

Aunque el término idiot savant ya casi no se utiliza, pues se ha substituido por diversas expresiones médicas relacionadas, muchas veces, con subtipos de autismo, sigue siendo un término muy conocido que viene a describir casos de personas en las que, aunque padeciendo retraso mental o autismo en diversos grados, poseen una especial y sobresaliente habilidad que les hace especiales. No se tome aquí el término idiota, que se usó históricamente, como insulto ni nada parecido, simplemente es el contrapunto que expresa una deficiencia psíquica frente a una actividad en la que el indivíduo sobresale por encima de la media.

Los idiot savants son individuos que nos muestran lo poco que en realidad conocemos el cerebro humano y sus “infinitas” posibilidades. Suelen sobresalir como calculistas extraordinarios o se convierten en verdaderas enciclopedias vivientes con prodigiosa y detallista memoria fotográfica, son músicos virtuosos o pintores deslumbrantes. Sea cual fuere el campo en el que brillan, rayando o entrando de lleno en el campo de la genialidad, sus otras capacidades, sociales, cognitivas e intelectuales, presentan un desarrollo que se considera deficiente. Interesante contrasentido que, sin embargo, sirve a la ciencia para descubrir las fronteras de las mentes de todos los humanos.

No todos los savants son autistas, muchos están relacionados con retrasos mentales de diverso tipo no relacionados con el autismo, sin embargo, los “autistas sabios” suponen uno de los enigmas psicológicos y cognitivos más interesantes. El término francés idiot savant, muy utilizado durante décadas, ha dado paso a este otro de “sabio autista”1, que se suele considera más adecuado, desde que en el 78 lo promocionara el doctor Bernard Rimland.
Se llame como se quiera, lo fascinante de los savants está en la gran cantidad de formas en que muestran sus habilidades, podría decirse que cada uno de ellos posee una cualidad única. Muchos de ellos, a pesar de tener retraso mental general en diverso grado y una capacidad para desenvolverse en ambientes sociales a veces casi nula, son verdaderos genios, por ejemplo, del cálculo. Sorprendentemente, se han dado muchos casos de savants que, al ser interrogados acerca de lejanas fechas, son capaces de responder correctamente el día de la semana correspondiente a las mismas, sin que para ello tomen más que unos segundos en ofrecer su respuesta. ¿Qué diá de la semana era el 9 de Junio de 1987? A menos que tengamos un viejo calendario a mano, o una agenda electrónica o, por casualidad, ese día sucediera algo importante para nosotros, nadie podría saber qué día de la semana era. Nuestra memoria funciona de tal forma que esa clase de datos no esenciales, aparentemente inútiles, no están a nuestro alcance, son filtrados y “olvidados”. Sin embargo, un savant con capacidades de memoria cronológica sobresalientes nos respondería en pocos segundos, correctamente: era martes.

Junto a esta habilidad, muchos otros savants son capaces de realizar cálculos mentales de una complejidad endiablada a una velocidad asombrosa, sin necesidad de acudir a calculadoras, papel, lápiz, ni nada que no sea su propio cerebro. Volviendo al intrigante asunto de la memoria, muchos savants son capaces de retener todo aquello que los sentidos les ofrecen. Para nosotros, esa “habilidad” sería una maldición, porque supondría vivir en una especie de presente eterno sin diferencia posible del pasado con el ahora, sin poder filtrar ningún dato sin interés y rememorando continuamente imágenes, olores o sonidos memorizados involuntariamente. En estos casos, esa capacidad de memoria “fotográfica” nos indica que el cerebro humano es capaz de memorizar sin problemas cualquier información que los sentidos le ofrezcan a lo largo de la vida pero, por nuestro propio bien, esa inimaginable cantidad de datos es filtrada adecuadamente en nuestra mente. ¡¡Nos gustaría tener más memoria!! Naturalmente, pero llegados a estos extremos, se convierte más en un grave problema, que impide la relación social normal, que en una ventaja deseable. Capaces de recordar fechas, nombres, número de las guías telefónicas, localizaciones en mapas, los rotros de cualquier persona que hayan visto en su vida… es increíble, todo se encuentra en su interior, pero no se canaliza adecuadamente y, por ello, el supuesto don se convierte en patología.

Más allá de los simples “contenedores” de datos, o enciclopedias humanas, los savants artistas han fascinado a médicos y psicólogos pero, sobre todo, al mundo de la literatura y el cine. Cierto es que dan mucho juego, algunos son pintores geniales, otros interpretan complejas partituras al piano a la perfección, como si para ellos fuera un inocente y sencillo juego de niños y, sin embargo, no son capaces de vestirse solos o desarrollar una mínima conversación coherente.
¿Qué mecanismos biológicos pueden llevar al cerebro humano a convertirse en una “máquina” capaz de memorizar millones de cifras sin esfuerzo o proporcionar la capacidad de tocar el violín como los ángeles y, sin embargo, condenar a su poseedor a una vida de aislamiento social? Se desconoce, no hay por el momento una explicación satisfactoria que muestre la razón que lleva a algunos autistas y a otras personas con patologías psíquicas a convertirse en savants. Las teorías son muchas y muy diferentes. Algunos científicos plantean que la focalización desde la niñez de la atención en un área concreto del conocimiento hace que se desarrolle su habilidad en ese campo. Otros, piensan que, unido a lo anterior, hay una indudable base física en la raíz del problema, puesto que se han descrito casos de adquisición de habilidades de ese tipo tras una lesión cerebral a causa, por ejemplo, de un accidente y no sólo se da en casos innatos.

Ejemplos de savants podrían ponerse gran número, hay muchos más de los que podría pensarse en una primera impresión. Mostraré sólo uno de ellos, a modo de ejemplo representativo que me ha llamado la atención especialmente. George Widener, estadounidense nacido en el 62, podría decirse que es un “multisavant”. De pequeño, era capaz de ganar en concursos y otros premios escolares de arte o en aquellos que requerían memoria, sin necesidad de prepararse lo más mínimo. Con el paso de los años, su autismo, clasificado a veces como cercano al síndrome de Asperger, fue haciendo que su comportamiento social fuera cada vez más reservado. Aislado, obsesionado en raros detalles que a nadie más parecían importar, sus habilidades sociales fueron degradándose poco a poco pero, a la vez, conjugó su asombrosa memoria y su capacidad para el dibujo desarrollando un estilo de arte único. Es capaz de recordar hasta el más mínimo detalle sobre cada día de su vida, su mente maneja el calendario mejor que un ordenador, realiza cálculos mentales que parecen imposibles y hasta ha memorizado estadísticas y datos censales e históricos que dificilmente cabrían en varias decenas de gruesos libros. En verdad, nuestro cerebro guarda todavía secretos de lo más fascinante.

informacion suminitrada por : The Wisconsin Medical Society
http://www.wisconsinmedicalsociety.org/savant/faq.cfm

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