Por Steve Fisher
Editado al Español por: Rocío Romo-Burkhardt
Cuando el doctor entró, con su mirada me comunicó lo que su voz iba a pronunciar. Las palabras que tan mecánicamente utilizó no me sorprendieron. Mi hija estaba extremadamente enferma. Resulta que ella nació con un profundo nivel de retraso, inválida, con Parálisis Cerebral y la ciencia médica aún no había determinado la causa de su enfermedad. Yo no recuerdo muchos detalles de ese día. Creo que la mente tiene muchas maneras de protegernos, borrando detalles de situaciones muy dramáticas. Pero recuerdo de ese día, un evento en particular que se ha venido repitiendo muchas veces.
Cuando el doctor entró a darnos la noticia, vio directamente a los ojos de mi esposa. Aunque estábamos sentados uno al lado del otro en una silla convertida en cama de hospital, los ojos del doctor nunca me vieron a mí. Con seguridad puedo comprender que el doctor sin duda alguna reconoció el dolor que sentía mi esposa al verle a los ojos. Pero falta decir que yo, el padre, estaba muy decaído emocionalmente. El que el doctor no me hubiera visto a los ojos, me indicaba que yo no estaba sintiendo dolor o que simplemente me aguantara como un hombre. Yo quiero pensar que este doctor tan capacitado, no lo hizo premeditadamente, o más bien no me dirigió la vista y mucho menos me habló, porque así ha sido educado. Aunque hay mucho poder entre madre e hijo, deben reconocer los proveedores de la salud, que hay un poder igual entre padre e hijo también. Noches interminables he pasado tomando café con padres que me han comentado que muchos de mis hermanos sienten mucho dolor, pero no encuentran la forma de expresar sus emociones.
Todos estamos en distintas etapas al enfrentar los desafíos que se nos presentan. Dondequiera que estemos, merecemos ser considerados dentro del círculo de cuidados de nuestros niños. Yo estoy de acuerdo que mi esposa tiene el porcentaje más grande en el cuidado de nuestro hijo, pero yo también cuido de la vida de mi angelito y por eso merezco el respeto y la consideración compartida con mi esposa.
Ha sido un fenómeno interesante el ver la reacción a las preguntas que se han considerado dentro del dominio de una madre. Los ejemplos que yo he visto son cuando los técnicos dirigen las preguntas a las madres, pidiendo permiso para llevarse a los niños a los exámenes, preguntas relacionadas a las ordenes de DNR, grupos de apoyo dominados por madres y la provisión de cuidados de salud en el hogar. Típico, a los padres se les relega haciendo todo el papeleo.
También he descubierto que tenemos mucho que hacer por educar a nuestros proveedores de salud, con respecto a las necesidades emocionales de los padres que tienen hijos con necesidades especiales. He descubierto también que los padres deben tomar la iniciativa de abogar por esta educación. Debemos de apoyarnos, animarnos y cuando nos sintamos confortados, compartir unos con otros. Nosotros necesitamos recordarle a nuestros proveedores de salud, que los padres también cuidan a sus niños.
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